La Justicia española sigue atrapada en una espiral de saturación. A pesar de los esfuerzos realizados para incrementar la capacidad de resolución, los nuevos asuntos no dejan de acumularse, según datos recientes publicados por Confilegal. Este panorama evidencia que, aunque se han conseguido algunos avances, la carga judicial sigue superando con creces la capacidad operativa de los tribunales.
Plazos interminables: la espera como norma
Uno de los indicadores más alarmantes del colapso judicial son los plazos que los ciudadanos y empresas deben soportar para que sus casos avancen. Según fuentes del sector, en algunos juzgados solo la admisión de un procedimiento puede tardar entre 3 y 8 meses, dependiendo del tipo de asunto y la carga específica del tribunal. Si hablamos de vistas judiciales, los plazos se disparan: la fecha para una primera audiencia puede retrasarse hasta 12 o incluso 18 meses, especialmente en jurisdicciones saturadas como Madrid, Barcelona o Málaga.
En los procedimientos civiles, incluidos aquellos relacionados con el sector de reclamaciones aéreas, la situación es especialmente preocupante. Muchas reclamaciones por cancelaciones, retrasos o pérdidas de equipaje amparadas por el Reglamento (CE) 261/2004 del Parlamento Europeo y el Convenio de Montreal tardan más de 2 años en resolverse. Este retraso no solo es fruto del colapso judicial, sino también de la estrategia de muchas aerolíneas, que dilatan los plazos para llevar a los afectados a la vía judicial, en lugar de optar por la vía amistosa, que sería la solución más lógica y justa.
Reclamaciones aéreas: atrapadas en el colapso
El sector de las reclamaciones aéreas se ha visto particularmente afectado por el atasco judicial. Empresas especializadas en la gestión de estos procedimientos denuncian que, incluso en casos claros de incumplimiento por parte de las aerolíneas, el tiempo necesario para obtener una sentencia favorable puede llegar a ser de 30 meses o más. Esto se debe, en parte, al aumento exponencial de estos casos en los últimos años y a la falta de tribunales especializados para tratarlos de forma ágil.
“Un cliente puede estar esperando años para recibir una compensación por un vuelo cancelado. Esto es inaceptable en un sistema que debería proteger al consumidor”, comenta Javier López, abogado especializado en derecho aéreo. Además, las aerolíneas suelen aprovechar esta lentitud para negociar acuerdos a la baja con los afectados, quienes prefieren aceptar una compensación menor antes que enfrentarse a una espera interminable.
Impacto en todos los procedimientos
El colapso no se limita al ámbito de las reclamaciones aéreas. Los retrasos afectan a todas las áreas de la Justicia:
Penal: Los retrasos en juicios por delitos menores afectan tanto a las víctimas como a los acusados, comprometiendo el derecho a una tutela judicial efectiva.
Familia: Divorcios, custodias y modificaciones de medidas pueden tardar años en resolverse, dejando a muchas familias en una incertidumbre prolongada.
Laboral: Procedimientos por despidos improcedentes o reclamaciones de cantidades pueden tardar tanto que, en ocasiones, los trabajadores renuncian a sus derechos por desesperación.
Una Justicia bajo presión
Uno de los indicadores más alarmantes del colapso judicial son los plazos que los ciudadanos y empresas deben soportar para que sus casos avancen. Según fuentes del sector, en algunos juzgados solo la admisión de un procedimiento puede tardar entre 3 y 8 meses, dependiendo del tipo de asunto y la carga específica del tribunal. Si hablamos de vistas judiciales, los plazos se disparan: la fecha para una primera audiencia puede retrasarse hasta 12 o incluso 18 meses, especialmente en jurisdicciones saturadas como Madrid, Barcelona o Málaga.
En los procedimientos civiles, incluidos aquellos relacionados con el sector de reclamaciones aéreas, la situación es especialmente preocupante. Muchas reclamaciones por cancelaciones, retrasos o pérdidas de equipaje amparadas por el Reglamento (CE) 261/2004 del Parlamento Europeo y el Convenio de Montreal tardan más de 2 años en resolverse. Este retraso no solo es fruto del colapso judicial, sino también de la estrategia de muchas aerolíneas, que dilatan los plazos para llevar a los afectados a la vía judicial, en lugar de optar por la vía amistosa, que sería la solución más lógica y justa.
¿Qué podemos esperar?
A la espera de reformas estructurales, las perspectivas no son alentadoras. Los profesionales de la Justicia coinciden en que sin un aumento real y sostenido de recursos —incluyendo la creación de nuevos juzgados, la digitalización total de los procedimientos y la especialización de tribunales en materias específicas como las reclamaciones aéreas—, cualquier mejora será solo un parche temporal.
Mientras tanto, ciudadanos y empresas seguirán enfrentándose a la desesperante realidad de una Justicia que, lejos de ser rápida y eficaz, se hunde cada vez más en un colapso que amenaza con ser permanente.